Solía decir que dormía exclusivamente con dos gotas de Chanel nº 5 como único abrigo. Aquella noche de 1962 la encontraron de la misma forma, pero con la eterna cabellera rubia entre las sábanas y un brazo inerte que asomaba sobre el colchón hacia el teléfono. Marylin Monroe, el mito, había muerto.
El próximo tres de agosto se celebra el 50 aniversario de la muerte de Marilyn Monroe, pero una nube de misterio sigue ensombreciendo la muerte de la actriz. Aunque la teoría oficial apunta a una sobredosis de barbitúricos, los resultados del examen sobre el cuerpo abrieron la hipótesis de un posible asesinato como recogió Thomas T. Noguchi, el forense, en su obra “Cadáveres exquisitos”. Otra de las suposiciones más plausibles es la del suicidio, una consecuencia relativamente lógica en la que el icono americano
encontraría la salida a una existencia castigada por el sufrimiento.
Con una biografía propia de las grandes estrellas, Norma Jean, su verdadero nombre, no tuvo una infancia precisamente fácil. De padre desconocido, se crió entre un orfanato y una familia religiosa durante sus primeros años. Posteriormente, alternaría temporadas con su madre, Gladys Monroe, quien padecía una enfermedad mental, y la verdadera tutora de Marilyn y mejor amiga de su madre, Grace McKee. Su marido llegó a abusar sexualmente de la pequeña, uno de los fantasmas que asolaron al mito durante toda su vida.
La actriz creció como un juguete roto. Adelantada a su edad, a los 14 años se convirtió en una lolita cuya forma de arreglarse iba acorde al desarrollo prematuro de su cuerpo. Fue este crecimiento el que la comenzó a convertir en objeto de deseo para muchos hombres, y a los 16 Marilyn ya estaba casada. Sin embargo, los estragos de una guerra y el despunte de una carrera que se antojaba imparable puso fin al frugal matrimonio. A este fallido enlace le sucederían dos: el jugador de béisbol Joe DiMaggio y el escritor y dramaturgo Arthur Miller.
Marilyn Monroe con el escritor Arthur Miller, uno de los amores de su vida.
Fotograma de la canción "Diamonds are a girl best friend"
Detrás de la figura de Elvis Presley, Marilyn Monroe sea probablemente la persona cuya estética ha sido imitada más veces en el mundo. No solo fue inmortalizada por el gran Andy Warhol en uno de sus más famosos cuadros, sino que también sus canciones han sido reinterpretadas en infinidad de ocasiones, desde Madonna a Jennifer López, pasando por Kylie Minogue o Christina Aguilera, tal y como demuestra este vídeo de Popsugar.
Las actrices también han querido reinventarse bajo una peluca rubia y ese sensual lunar situado al lado izquierdo de la boca. Y si bien Scarlett Johansson o Angelina Jolie sonaron como potentes nombres que podrían dar vida al icono, fue finalmente Michelle Williams la elegida para el papel en la película "Mi semana con Marilyn" (2011) donde se recoge la tensa relación entre Monroe y Laurence Olivier (Kenneth Branagh) durante la producción de "El príncipe y la corista".
Todos los rodajes, vestidos, posados e imitaciones han contribuido a convertir a Marilyn Monroe en un icono. Pero con ese aura exclusivo de las divas de primera mitad de s. XX, la actriz destacará por un aspecto en especial. Ella ha sido, y será, el mito de la sensualidad.
Con una biografía propia de las grandes estrellas, Norma Jean, su verdadero nombre, no tuvo una infancia precisamente fácil. De padre desconocido, se crió entre un orfanato y una familia religiosa durante sus primeros años. Posteriormente, alternaría temporadas con su madre, Gladys Monroe, quien padecía una enfermedad mental, y la verdadera tutora de Marilyn y mejor amiga de su madre, Grace McKee. Su marido llegó a abusar sexualmente de la pequeña, uno de los fantasmas que asolaron al mito durante toda su vida.
La actriz creció como un juguete roto. Adelantada a su edad, a los 14 años se convirtió en una lolita cuya forma de arreglarse iba acorde al desarrollo prematuro de su cuerpo. Fue este crecimiento el que la comenzó a convertir en objeto de deseo para muchos hombres, y a los 16 Marilyn ya estaba casada. Sin embargo, los estragos de una guerra y el despunte de una carrera que se antojaba imparable puso fin al frugal matrimonio. A este fallido enlace le sucederían dos: el jugador de béisbol Joe DiMaggio y el escritor y dramaturgo Arthur Miller.
Marilyn Monroe padeció de numerosos fantasmas que arrastró de por vida, incluidos los del cine. Su definición de Hollywood como “un lugar donde te ofrecen 50.000 dólares por un beso y 50 centavos por tu alma” reflejó la lucha continua contra el papel de “rubia boba” en el que la Fox la encorsetó durante toda su carrera. Estos pensamientos y reflexiones se recogieron en una recopilación póstuma publicada en el año 2010 titulada Fragmentos.
Marilyn Monroe con el escritor Arthur Miller, uno de los amores de su vida.
Con unas curvas de infarto y una célebre cabellera rubia, Marilyn es de las pocas mujeres que como Audrey Hepburn o Rita Hayworth sobrevivirá a la propia historia. Aunque no tuvo una pasión enfermiza por la moda, sí que se conoce su afición por firmas como Pucci, del que llegó a tener alguna camisa o vestido, hoy en propiedad de la colección privada de Mayte Mínguez Ricart, o Ferragamo, que vistió sus pies en más de una ocasión. Actualmente se pueden ver sus zapatos en la exposición que desde el 20 de junio acoge el Museo Ferragamo en Florencia (Italia).
No obstante, si hay que relacionar un nombre de diseñador al de Monroe, ése es el de William Travilla. Muchos recordaréis la escena en la que una chica se tapa de forma sugerente cuando el aire procedente de una boca de metro levanta su falda, o la canción en la que, rodeada de hombres, sugiere que los diamantes son el mejor amigo de una mujer. Ese vestido blanco ondeante de "La tentación vive arriba" (1955), el espectáculo que da junto a Jane Russell en "Los caballeros las prefieren rubias" (1953) y otros tantos míticos vestidos de la actriz en películas como "El príncipe y la corista" (1957) se deben a la hábil aguja de este hombre, que encontró en Marilyn Monroe el maniquí exquisito para catapultar sus creaciones.
Fotograma de la canción "Diamonds are a girl best friend"
Detrás de la figura de Elvis Presley, Marilyn Monroe sea probablemente la persona cuya estética ha sido imitada más veces en el mundo. No solo fue inmortalizada por el gran Andy Warhol en uno de sus más famosos cuadros, sino que también sus canciones han sido reinterpretadas en infinidad de ocasiones, desde Madonna a Jennifer López, pasando por Kylie Minogue o Christina Aguilera, tal y como demuestra este vídeo de Popsugar.
Las actrices también han querido reinventarse bajo una peluca rubia y ese sensual lunar situado al lado izquierdo de la boca. Y si bien Scarlett Johansson o Angelina Jolie sonaron como potentes nombres que podrían dar vida al icono, fue finalmente Michelle Williams la elegida para el papel en la película "Mi semana con Marilyn" (2011) donde se recoge la tensa relación entre Monroe y Laurence Olivier (Kenneth Branagh) durante la producción de "El príncipe y la corista".
Todos los rodajes, vestidos, posados e imitaciones han contribuido a convertir a Marilyn Monroe en un icono. Pero con ese aura exclusivo de las divas de primera mitad de s. XX, la actriz destacará por un aspecto en especial. Ella ha sido, y será, el mito de la sensualidad.
Un repor de 10. Siempre he sido muy de Marilyn. A Audrey la he descubierto de mayor, pero a Marilyn ya la adoraba cuando era pequeña. Me parecía que tenía un encanto e inocencia especial. Veía "Con faldas y a lo loco" una y otra vez al llegar del cole. Y habré cantado el" I wanna be loved by you" unas mil veces. jaja
ResponderEliminarun beso nena
me encanta Marilyn, creo que esconde mucho interior debajo de esa sonrisa de fachada! más que un simple icono!
ResponderEliminargenial entrada!
vaya 50 años ya...
ResponderEliminarLo de su matrimonio con Arthur Miller es lo más, para casarse con ese escritor había que tener mucha cabeza (de rubia tonta cero).
xXx